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La capa española como instrumento diplomático – Mayoristas en Sevilla

La capa española como instrumento diplomático

El vocabulario de Oteyza está repleto de palabras enigmáticas como galerna, alzada, gabia o zuloaga. Sin embargo, aunque estos vocablos sean relativamente desconocidos o directamente neologismos, las prendas que describen descienden de las que pueblan la historia de España. Basta acudir a una pinacoteca bien nutrida para encontrar, en la pintura de Velázquez, Goya, Ribera o Beltrán Massés, ejemplos de estas variaciones de la chaqueta, la capa o el abrigo que, para Oteyza, tienen fuerza suficiente para convertir la moda en un fenómeno cultural. “Planteamos una investigación acerca de las raíces de la moda ibérica”, explica Paul García de Oteyza, (Madrid, 1977) que en 2013 fundó junto a Caterina Pañeda uno de los experimentos más singulares de la industria española.

El próximo 28 de noviembre, en el corazón de la Unión Europea, la Residencia Oficial de la Embajada de España en Bruselas acogerá una presentación de esta firma de moda que ha experimentado una curiosa transición desde la sastrería ortodoxa a la creación estilística de altos vuelos. García y Pañeda, con experiencia previa en el márketing y la traducción respectivamente, abrieron un taller clásico de confección artesanal con la idea de revitalizar una actividad, la sastrería tradicional, que iniciaba un tímido repunte asociado a nuevos artesanos y públicos vinculados a la moda y las redes sociales.

Sin embargo, en un sector dominado por la imagen nostálgica de la elegancia masculina de mediados del siglo XX, por el gentleman de chaqueta cruzada y traje Príncipe de Gales, los Oteyza se remontaron aún más en el tiempo para rescatar un puñado de prendas olvidadas de aspecto imponente y colores atípicos. Hacían trajes convencionales, pero también piezas llenas de pliegues, aperturas, solapas, faldones, dramatismo y voluntad coreográfica que pusieron en escena en la apertura de la edición de 2016 de Pitti Uomo, la feria más importante del sector.

Desde aquella puesta de largo, Oteyza se ha convertido en un artefacto en mutación que lo mismo da cabida a producciones de prendas para distribuidores internacionales –lo último, un encargo de prendas para los grandes almacenes moscovitas Tsum, toda una institución del lujo ruso– como a sofisticadas performances en las que piensan y repiensan la identidad indumentaria española. La que presentarán en Bruselas se realiza en colaboración con la firma de tejidos de origen belga Scabal, pero también reivindica la utilización de la lana de merino española, hoy relegada a mera curiosidad textil en peligro de extinción. Oteyza, desde su propia firma y desde el trabajo de Paul García como presidente de la Asociación Española de Sastrería, ha convertido la recuperación de esta cabaña lanar en una apuesta por reivindicar no solo formas, sino también materias históricas. Su forma de entender el legado cultural español no está lejos de la obsesión de Balenciaga por el color negro español ni del casticismo telúrico e intelectual que practicaron las vanguardias.

De hecho, sus repetidas colaboraciones con el Ballet Nacional y su director, Antonio Najarro recuerdan que la llamada danza española no fue una mera acumulación de repertorios folclóricos, sino una creación intelectual en la que los bailes populares, desde el flamenco a la jota castellana, se estilizaban según las enseñanzas del ballet francés. Como aquellos innovadores –como Antonia Mercé, Vicente Escudero, Mariemma o Antonio Gades–, Oteyza aúna lo español y lo francés, aunque en su caso desde la unión entre la sastrería y una sensibilidad textil muy parisina y vinculada a la alta costura. “Creemos que hay un hueco y un nicho para una marca de lujo que proponga la transformación de la moda masculina a partir de la sastrería tradicional”, explica García desde su local madrileño, que también está adaptándose a la transformación de la firma para hacer hueco a los percheros y estantes que requieren sus colecciones de prêt à porter.

El reconocimiento del sector ya le ha llegado a través del Premio Nacional de Moda al Emprendimiento Innovador en 2018, pero las expectativas de Oteyza están puestas ahora en el mercado internacional y en la conquista de un público que se debate entre la excelencia artesanal y la potencia de la imagen. No es una cuestión baladí; el vídeo de su desfile con el Ballet Nacional en verano de 2018 se viralizó a través de una página de Facebook dedicada a la danza y hoy acumula 29 millones de reproducciones.

Su llegada a Bruselas, mientras ultiman otros proyectos de futuro –acaban de confirmar que formarán parte del calendario oficial de la Semana de la Moda de París este próximo mes de enero–, es un hito más en esta peculiar forma de entender la diplomacia cultural a través de la originalidad indumentaria en tiempos globalmente uniformes.